NACE UNA TRADICIÓN
Los países de Hispanoamérica no podían ser ajenos al boom del cómic que estaba teniendo lugar en el mundo entero y, debido a ello, desde las primeras décadas del Siglo Veinte empiezan a delinearse en algunos países de América tradiciones muy interesantes en la creación de historietas.
Es en las postrimerías de los años cuarenta cuando el cómic empieza a tomar un impulso decidido y a fortalecerse en esa área del mundo, principalmente debido a la aparición y rápida consolidación de poderosos imperios editoriales que ponen a disposición del gran público de sus respectivos países, una enorme cantidad de títulos.
En México, a principios de los años treinta, entre las revistas Paquito, Pinocho, Paquín y Cartones, se emitían alrededor de cuatro y medio millones de revistas semanales, en momentos en que el tiraje de todos los periódicos del país apenas sumaba el medio millón de ejemplares diarios.

En 1936 aparece el primer número de la legendaria revista Pepín, transformando a la historieta en un fenómeno industrial y el gusto por la lectura, con todo y el gran número de población analfabeta que registraba el país mexicano en esas épocas.
La revista Chamaco apareció a finales de la década de 1930 y alcanzó un gran desarrollo en la década siguiente, para finalmente desaparecer junto con Pepín en 1957.
GERMÁN BUTZE Y LOS SUPERSABIOS

Los Supersabios es una serie de ciencia ficción, aventura y comedia, desarrollada por el historietista Germán Butze entre 1936 y 1968.
La serie empezó como tira semanal en un diario el 18 de enero de 1936, y poco después se emitió diariamente, formato en el que permaneció hasta 1946. Dos meses después de su aparición en el periódico (enero de 1936), también comienza a aparecer en la revista Mujeres y Deportes, y en octubre de ese mismo año se crea la sección Chamaco, en la que se reunieron las historietas publicadas en esa revista.
La sección se vuelve suplemento (y Los Supersabios se empiezan a publicar en color) y el 10 de octubre de 1936 se convierte en revista; en 1953 se estrenó con su propia revista y se publicó hasta el 16 de Febrero de 1968.
GABRIEL VARGAS Y LA FAMILIA BURRÓN
Y justo cuando las revistas Pepín y Chamaco, asiento de las creaciones de Germán Butze, se hallaban en su apogeo, surge un serio competidor en la figura de Gabriel Vargas, uno de los más queridos dibujantes de la historia del país. Vargas comenzó a dibujar en 1932 y trabajó en ambas publicaciones, donde creó Los Superlocos, un título que para muchos aludía a Los Supersabios, la obra más conocida y exitosa de Germán Butze.

Pero el trabajo de Vargas toma una trayectoria única e inconfundible en 1948, cuando crea su serie más exitosa: La familia Burrón.
Esta serie al correr del tiempo se volvió una institución en México, y fue publicada por más de sesenta años, nada menos que hasta 2009.
Protagonizada por Borola, una mujer decidida y de carácter fuerte, y su familia, los críticos coinciden en considerarla un fiel retrato de la sociedad mexicana y sus clases sociales, a veces incluso de manera cruel y descarnada.
La Familia Burrón presenta consistentemente una crítica humorística sobre la sociedad mexicana y sus cualidades, tanto positivas como negativas, desde la perspectiva de una familia de escasos recursos.
SURGE LA EDITORIAL NOVARO

Un acontecimiento que dará curso definitivo a la trayectoria del cómic mexicano, lo constituye la creación de la editorial Novaro en 1949, por iniciativa de Luis Novaro. Dicha editorial llegó a ser un gigante con una gran presencia en muchos países de América Latina e incluso en España. Entre las facetas destacadas de su labor, se hizo cargo de la introducción de importantes franquicias estadounidenses en el mercado latino, tales como los comics de Disney, DC Comics y Marvel Comics, y también publicó mucho material autóctono que dio un sentido claro a la percepción social de la historieta, hasta entonces dedicada casi exclusivamente al humor para niños.
Bajo su tutela surgieron series tan singulares como Vidas ejemplares y tan gustadas como Fantomas, entre muchas otras.
A lo largo de los años sesenta y setenta dominó el mercado y, a raíz de diversas crisis económicas ocurridas en México en esa época, sobrevino el cierre de la editorial Novaro en 1985, con todo lo negativo que ello supondría para la industria de la historieta nacional. El cómic mexicano se hallaba entonces en vías de desaparecer.
EL AUGE DEL COMIC EN ARGENTINA

En Argentina, nace en 1922 Páginas de Columba, del dibujante argentino Ramón Columba quién impulsó el desarrollo de artistas locales.
En esta revista se publica Jimmy y su pupilo (1924) de Gónzalez Fossat, considerada la primera historieta deportiva y que además fue la precursora del clásico “continuará”, marcando así que la historia tenía continuidad en el número siguiente y no se trataba de historias aisladas. De esta publicación se desprende en 1928 la primera revista que contenía únicamente historietas: El Tony.
Ya en los años treinta, las revistas de cómic se vuelven sumamente populares, aunque vivirían su «época dorada» entre las décadas de 1940 y 1960. La gran aceptación del cómic permite la expansión de la industria, con un buen número de editoriales y autores compitiendo entre sí. Tal como en el caso de la historieta estadounidense, el quehacer de los creadores pronto se estandariza y surge la figura del guionista que deja sus textos en manos de dibujantes.
Así, en tanto en Estados Unidos el cómic se ve sujeto a fuertes restricciones impuestas por el Comics Code Authority, en Argentina empiezan a aparecer obras destinadas a un público más maduro, aunque no exactamente “adulto”. Y en esta línea fue decisiva pionera la revista Rico Tipo, fundada en 1944 por José Antonio Guillermo Divito. Dedicada principalmente al humor, alcanzó un gran éxito de ventas en sus dos primeras décadas de vida.
BRASIL Y EL CÓMIC INFANTIL AUTÓCTONO

En cuanto al desarrollo del cómic, Brasil viene a ser un caso especial entre todos los países del cono sur. No llegó en esos años a establecerse en el país carioca una industria autóctona a la altura de Argentina o México y, durante las primeras décadas del siglo, el mercado brasileño fue dominado casi exclusivamente por productos estadounidenses, principalmente los de Disney, publicados por Editorial Abril; siendo ésta la editorial más descollante, se conformó con producir historietas de los mismos personajes Disney, realizadas por autores brasileños anónimos.
El cómic infantil de creación brasileña despega tardíamente en los sesenta y setenta, con personajes como Pereré, de Ziraldo Alves Pinto, y los personajes creados por Mauricio de Sousa, el más exitoso autor brasileño para niños, creador de Mónica, Cebolinha o Cascao.
Sus revistas siguen publicándose en la actualidad. Paralelamente se publican cómics de contenido erótico destinados a un lector adulto, como los Catecismos de Carlos Zéfiro.