LOS AÑOS TREINTA Y LA GRAN DEPRESIÓN
En los años treinta el mundo luchaba por sobreponerse a la Gran Depresión.
Como hemos visto, mientras el comic-book florecía en Estados Unidos y la historieta de prensa vivía sus mejores momentos, en el lejano oriente el manga tradicional de los japoneses se revitalizaba para dar forma a una nueva forma de historieta.
Únicamente la difícil situación económica del mundo impedía que las condiciones fueran ad hoc para el florecimiento inmediato del nuevo arte de contar historias con dibujos dentro y fuera de Estados Unidos. Pese a que ya existían los cimientos, durante la Gran Depresión de los años treinta muy pocos podían imaginar que se acercaba la era del boom para el cómic mundial.
Es ahora cuando cabe preguntarnos: ¿qué pasaba en esos años con el desarrollo del cómic en otros lugares del planeta? Para responder a ello, dejemos un momento el mercado estadounidense.
EL MERCADO FRANCO-BELGA
En Europa, que pronto llegaría a significarse como un gran productor de cómic a escala mundial, estaban triunfando en esos años las revistas de comics para niños. En el mercado franco-belga, uno de los más importantes en el continente europeo, se publicaba casi todo el tiempo material estadounidense, predominando los personajes de Disney. Pero en algún momento empezaron a aparecer revistas con material autóctono en las que se publicaban series por entregas, las cuales servían como parámetro para medir la aceptación del público; aquellas que habían tenido éxito entre los lectores se recopilaban y se comercializaban en álbumes posteriormente.
Este sistema de publicación predominó en el mercado franco-belga durante muchas décadas y lo convirtió en una de las tres industrias más potentes del mundo, basada en sus autores y en sus icónicos personajes.
Entre dichas revistas, Le Journal de Spirou fue una de las más importantes. Se empezó a editar en Bélgica y Francia el 21 de abril de 1938. Creada por el editor Jean Dupuis, la revista contó desde sus inicios con la participación de grandes autores de la historieta franco-belga y significó una gran competencia para otras historietas y personajes plenamente arraigados en el gusto popular.
Entre ellos, el personaje más popular de esta parte del mundo se llamaba Tintin y fue creación del artista belga Georges Prosper Remi, más conocido como Hergé.
EL CREADOR DE TINTIN
Este genial artista autodidacta, porque nunca tomó clases formales de dibujo, realizó sus estudios primarios en la escuela municipal de Ixelles entre 1914 y 1918, mientras tenía lugar la Primera Guerra Mundial. Mostró desde pequeño una gran habilidad para el dibujo y sus primeras ilustraciones en sus cuadernos estuvieron inspiradas en la guerra.
A instancias del patrón de su padre, Georges es retirado de la escuela pública laica para entrar a cursar sus estudios secundarios en un colegio religioso, el Saint Boniface, hecho que tendrá una influencia decisiva en su posterior posicionamiento ideológico.
En su adolescencia, Hergé canalizó su pasión por el dibujo en historietas que serían publicadas en Le Boy-Scout, publicación más tarde convertida en Le Boy-Scout Belge. En 1922 firmó por primera vez una de estas historietas y en 1924 aparece por primera vez el seudónimo que lo acompañaría por el resto de su vida: Hergé. Este nombre es simplemente sus iniciales: erre ge (Remi, Georges) pronunciadas en francés.
Tintin apareció por primera vez en 1929 en las páginas de Le Petit Vingitème y se convertiría en uno de los primeros y más importantes personajes recurrentes del cómic franco-belga. Se trata de un adolescente periodista de carácter abierto y valiente, que recorre el mundo viviendo aventuras en compañía de un plantel de personajes secundarios que también llegaron a ser muy conocidos: el perro Milú, el gruñón capitán Haddock y el despistado profesor Tornasol.
El nombre completo de la serie era Les Aventures de Tintin et Milou (Las aventuras de Tintin y Milú), y hubo en sus inicios un claro trasfondo político, algo que no ha sido ajeno al mundo del cómic, dado el poder de penetración de masas que llegó a alcanzar. Están marcados por los medios donde aparece — esencialmente católicos y conservadores— y por la ideología de juventud de Hergé, al que incluso se le llegó a acusar de simpatizante de los nazis durante la ocupación de Francia, debido a que trabajó en Le Soir, un medio filonazi, dibujando a Tintin.
HERGÉ, CREADOR DE UN ESTILO
La primera aventura del personaje, Tintin en el país de los Soviets (1930), fue encargo del director de Le Petit Vingitème, el fascista Norbert Wallez, con el objeto de aleccionar a los niños sobre las maldades del comunismo.
La segunda aventura, Tintin en el Congo (1931), tiene un contenido abiertamente colonialista y racista, que, si bien hay que entender en la época en la que se dibujó, aún en 2011 motivó una denuncia por parte de un ciudadano belga que buscaba su retirada del mercado, sin éxito.
Si bien, los inicios de la historieta fueron controvertidos, después de la Segunda Guerra Mundial Hergé modera su ideología y comienza a dar una visión del mundo más abierta, tolerante y humanista, a lo largo de los veinticuatro álbumes de Tintin, que le llevan a visitar diferentes partes del mundo, e incluso lo hace viajar a la Luna.
El estilo de Georges Prosper Remi se inspiró inicialmente en el del estadounidense George McManus e influiría notablemente a varias generaciones de dibujantes europeos. Fue el impulsor de la corriente estilística conocida como “línea clara”, basada en la claridad del contorno de las figuras, la depuración de cualquier elemento accesorio y la inclusión de personajes caricaturescos en entornos realistas. Hergé cultivó la aventura en su estado más puro, combinada con ocasionales elementos fantásticos, un humor blanco para todos los públicos y se esmeró en mostrar culturas diversas y documentar ambientes lejanos, principalmente en álbumes como Las joyas de la Castafiore o Vuelo 714 para Sidney. Mantuvo esa línea hasta su muerte, ocurrida en 1983.
Tintin ha pasado a ser, desde sus lejanos orígenes, una de las marcas comerciales más lucrativas del cómic mundial. Hoy, además de numerosas ediciones de sus álbumes en varios idiomas, se siguen comercializando sus personajes en muchas partes del mundo, evidenciando que Tintin sigue vivo en la memoria de sus fanáticos. En 2011 Steven Spielberg produjo la primera parte de una proyectada trilogía de películas de animación en 3D sobre el personaje.
Con su destacada labor, Hergé abrió una ruta que ha sido recorrida por muchos artistas del continente europeo, como fue el caso de su más directo y célebre seguidor, Edgard P. Jacobs, creador de Blake et Mortimer (Blake y Mortimer), publicada por primera vez en 1950, o el Alix de Jacques Martin.