Antes de analizar cómo fueron mutando las conocidas y populares caricaturas de los diarios de fines del Siglo XIX, hasta convertirse en un nuevo arte llamado cómic, conviene puntualizar una cuestión semántica.
El cómic (o comic en su raíz anglosajona, también llamado cartoon), es una forma de relato gráfico apoyada en viñetas o dibujos, colocados en secuencia, los cuales pueden constar o no de un diálogo o narración, a base de elementos tales como símbolos, globos, onomatopeyas, formas expresivas, etc.
Desde su origen, en países de habla hispana se le dio el nombre de historieta de manera más generalizada, y solo algunos países conservaron definiciones locales (tebeo en España, muñequitos en Cuba, por ejemplo).
Como quiera que se le llame, y más allá de si puede ser o no considerado “un arte menor”, el cómic llegó a ser un importante medio de comunicación masiva durante la mayor parte del Siglo XX.
En el transcurso del Siglo XIX, como sabemos, el grabado satírico y la caricatura política se habían asentado en los periódicos del mundo. Al evolucionar éstos con el surgimiento de ideas revolucionarias (en 1894 Joseph Pulitzer imprime en Nueva York el primer diario a color), se abre también la puerta a nuevas y prometedoras posibilidades.
Es por ello que en 1895 aparece en la edición dominical del New York World la primera suerte de historieta: Hogan’s Alley (El callejón de Hogan), creada por Richard Felton Outcault. Se trataba de una única ilustración y no de una secuencia, ocupando la página completa del diario y acompañada de texto en la parte superior, pese a lo cual, constituyó una innovación interesante y causó un gran impacto de masas. Felton mostraba en su creación escenas común y corrientes de la vida cotidiana en un barrio de clase media de Nueva York y probablemente no imaginó el éxito que sobrevendría con ello.
Su historieta se volvió tan popular, que uno de sus personajes (un niño calvo que vestía un enorme camisón amarillo), denominado The Yellow Kid, le dio nombre a la tira entre el público, además de ser la base para acuñar posteriormente el término “prensa amarilla o amarillista” al hacer referencia a periódicos sensacionalistas.
Así, a partir del éxito alcanzado por Hogan’s Alley, sobreviene una guerra (que llegó incluso a los tribunales) entre los dos principales diarios de Nueva York por ganar la supremacía: el Journal, propiedad de William Randolph Hearst y el World, perteneciente a Joseph Pulitzer. Pero lo mejor de todo es que inició al mismo tiempo una creciente demanda de historietas en la prensa de todo el país, con lo cual, empezaron a surgir una serie de dibujantes de gran talento.
Entre los primeros creadores de principios del Siglo XX (los pioneros en realidad) que empezaron a experimentar con el naciente arte del cómic para explotar sus posibilidades, y quienes de algún modo fueron estableciendo las reglas para su desarrollo, se pueden citar los siguientes.
Rudolph Dirks
Originario de Heide, Alemania, Rudolph encontró trabajo como ilustrador en el Journal al seguir los pasos de su hermano, quien era dibujante. Ahí su editor le pidió realizar una versión de la tira dominical Max and Moritz de Busch y Dirks creó la tira cómica The Katzenjammer Kids, con la cual tuvo un gran éxito. Años más tarde, debido a su decisión de tomar un año sabático, Harold H. Knerr se hizo cargo de la tira con excelentes resultados; entonces Dirks acabó por romper con el Journal y emprendió una batalla legal para el uso de sus personajes. Finalmente, desarrolló la tira The Captain and the Kids para el World.
Su aportación al desarrollo del cómic en esa época temprana fue en verdad sobresaliente.
Winsor McCay
Zenas Winsor McCay es uno de los más importantes artistas de la historia del cómic.
Desde temprana edad se interesó en el dibujo y su primera tira de prensa, A Tale of the Jungle Imps, by Felix Fiddle (que puede traducirse Cuento de los diablillos de la jungla, por Félix Violín), fue una serie de 43 episodios y se publicó en el Cincinnati Enquirer a toda página y en color. Pero la obra maestra de McCay fue Little Nemo in Slumberland (El pequeño Nemo en el país de los sueños); inició su publicación en la edición dominical del New York Herald en el año 1905 y continuó apareciendo semanalmente hasta 1911.
Esa serie está considerada como una de las obras clásicas de la historia del cómic por su derroche de imaginación y talento y su gran calidad estética. McCay aplicó en ella efectos y técnicas vanguardistas que influyeron en muchos dibujantes posteriores.
George Herriman
Proveniente de Nueva Orleans, George Joseph Herriman llegó a Nueva York en el año 1900, con solo veinte años de edad. Los comienzos de su carrera coincidieron con los inicios del cómic en los periódicos estadounidenses, y dado que con él se habían incrementado las ventas, los dos principales diarios de la ciudad se disputaban a los mejores dibujantes. La primera tira de prensa de Herriman, Musical Mose, se publicó en The New York World el 16 de febrero de 1902. Su serie más emblemática y sin duda su obra maestra, Krazy Kat, apareció como tira independiente en 1913. Esa serie fue considerada por mucho tiempo la obra más experimental y original del cómic estadounidense y tuvo una influencia muy destacada en los creadores de la época.
Gracias al éxito que alcanzó con ella, Herriman pudo seguir dibujándola hasta su muerte, en 1944.
Frank King
Frank Oscar King es otro dibujante considerado como uno de los grandes pioneros del cómic y fue además un innovador por su concepción particular de las tiras cómicas.
Su primera serie, The Rectangle, se publicó originalmente en el Chicago Tribune en 1913. Pero el momento cumbre de King llega en 1918, cuando crea la tira Sunday morning in Gasoline Alley, pronto conocida como simplemente Gasoline Alley, incluyendo a Walt Wallet como personaje principal. King estuvo al frente de la tira hasta 1956 y durante esos 38 años desarrolló un universo propio, introduciendo una novedad que resultaría fundamental para su éxito – además de las innovaciones con el color y el diseño de la página – al mostrar a los personajes de sus tiras cómicas envejecer durante generaciones.
Elzie Crisler Segar
Este destacado historietista creó sus primeras tiras inspirado en las películas de Charles Chaplin y en 1919 empezó a publicar la serie Thimble Theater en el New York Journal. Sus personajes eran Olive Oyl (Olivia Olivo), Castor Oyl (hermano mayor de Olivia) y Ham Gravy (primer novio de Olivia). En 1929 incluyó a Popeye el marino como personaje secundario dentro de la tira, sin embargo, muy pronto el marinero cobró protagonismo, a tal punto que después llegaría a ser uno de los más conocidos personajes de cómic de todos los tiempos. Segar fue incorporando más personajes a la tira y perfeccionó su estilo caricaturesco, llegando a influir de algún modo en sus contemporáneos.
Después de su prematura muerte a los 44 años, su ayudante Bud Sagendorf continuó su labor durante décadas. Su trabajo como pionero del cómic fue sin lugar a dudas muy destacado.
Hasta aquí la etapa temprana del nacimiento del cómic en los Estados Unidos, una época en la cual los creadores más talentosos encontraron un campo virgen para la experimentación y el desarrollo de técnicas y propuestas que más tarde influirían a los que les siguieron. Hablaremos en la próxima entrega de algo ya inminente: la separación del naciente cómic de su soporte en periódico.