LA DECADENCIA DE LOS SUPERHÉROES
Impensadamente para quienes habían atestiguado el nacimiento de Superman y Batman, seguidos por una pléyade de imitadores, y su entrada por demás exitosa a las páginas del cómic, un buen día los superhéroes entraron en decadencia y el público les dio la espalda.
Esto ocurrió después de llegar a su fin la Segunda Guerra Mundial y muchos trataron de explicarlo echando mano del argumento más obvio: los primeros lectores del género, y quienes lo habían encumbrado, al crecer y madurar demandaban otro tipo de lecturas distintas a las de su niñez.
El caso es que, más allá de los motivos que lo provocaron, los héroes uniformados se habían reducido a su mínima expresión y solo sobrevivían los más populares, como Superman y Batman. Pero todas esas editoriales que habían entrado de lleno a los terrenos del comic-book al darse a conocer como un formato sumamente exitoso y rentable, no estaban dispuestas a quedarse fuera del negocio y recurrieron a explorar otros terrenos, con lo cual, surgen una infinidad de nuevas publicaciones de géneros muy diversos: romántico, western, policíaco, bélico, de terror, de ciencia ficción.
Así, el mercado estadounidense pronto se vio inundado por una amplia variedad temática nunca antes vista.
NACE UNA NUEVA MODALIDAD DEL COMIC-BOOK
Como si se hubieran puesto de acuerdo para utilizar una misma fórmula, una vez que alguien dio el primer paso, los editores empezaron a lanzar al mercado revistas de pocas páginas (alrededor de doce), siguiendo invariablemente una temática y un formato enteramente similares.
Fue por ello que las editoriales más importantes de la época empezaron a acoger para trabajar en el comic-book a muchos artistas que no podían conseguir trabajo en el campo de la ilustración o en el de las tiras de prensa.
Incluso creadores de éxito probado en el mundo de los superhéroes, como Joe Simon y Jack Kirby, tuvieron que reciclarse trabajando en todo tipo de historias sobre romance, crimen y ciencia ficción, con el fin de tener cabida en esa nueva modalidad del comic-book.
Como vimos anteriormente, en los años cuarenta nace el cómic en dibujo realista con Príncipe Valiente, y es también en esa década cuando empieza a surgir esta nueva modalidad del cómic. Pero no es sino hasta los años cincuenta cuando tiene lugar la edad de oro del cómic-book, una época en la cual las series más populares llegaban a vender un millón de ejemplares al mes.
El boom estaba en su apogeo y todas esas publicaciones de llamativas portadas eran devoradas por el público de todas las edades, aun cuando el contenido de algunas parecía estar dirigido a lectores adultos. También tenían en común que muchas de ellas pretendían ser realistas, anunciándose como basadas en hechos reales.
E.C. COMICS, LA EDITORIAL MÁS INFLUYENTE
Aunque, como hemos dicho, había una gran variedad temática en las publicaciones que inundaban el mercado, hubo dos géneros que pronto empezaron a predominar sobre los demás: el de terror y el policíaco o «de crímenes». Había muchas editoriales publicando cómics de ese tipo y E. C. Comics fue una de las que más destacó, no por vender más que las otras, sino porque influyó mucho en las tendencias del cómic a futuro.
E.C. Comics fue fundada en 1944 y en sus inicios publicaba cómics educativos. Cambia de giro radicalmente a la muerte de su fundador, Max Gaines, siendo relevado por su hijo Bill.
Gaines hijo no tenía experiencia en el negocio familiar y contrata como editor a Al Feldstein, experimentado dibujante y guionista. De la mano de éste, los cómics educativos pronto quedan atrás y empiezan a invadir los terrenos de la aventura, la guerra, el crimen y, muy en especial, el terror.
En 1950 publican una serie de títulos que se han vuelto clásicos: Weird Fantasy, Two Fisted Tales o Crime SuspenStories, y sobre todo tres títulos dedicados al horror: The Haunt of Fear, The Crypt of Terror y The Vault of Horror.
Las historias publicadas en esas revistas se ciñen totalmente al modelo de la época, pues invariablemente son de corta extensión, se desarrollan en episodios, contienen grandes dosis de violencia, acontecimientos truculentos y perturbadores, una soterrada sexualidad y un sentido del humor muy negro, con giros sorprendentes en los finales. Una novedad en dichas historias, que con el tiempo también se volverá un modelo a seguir, es la figura de un narrador o anfitrión de cada serie, encargado de presentar y despedir, de manera sarcástica, cada una de las historietas contenidas en la revista.
El Guardián de la Cripta es probablemente el más conocido, por su aparición en la serie televisiva Tales of the Crypt.
Una característica muy particular en la forma de trabajar de E. C. Comics, fue la visión de los editores y guionistas, Feldstein y Harvey Kurtzman —llegado a la editorial poco después que el primero—, gracias a quienes los autores tuvieron una mayor libertad creativa e incluso podían firmar su trabajo, algo que no se acostumbraba entonces. Fue así como Al Williamson, Wally Wood, Basil Wolverton y Jack Davis, entre otros, integraron una plantilla de gran calidad, la mejor de su época. Más tarde se les unió Bernard Krigstein, un dibujante convencido de la validez del cómic como arte, y no sólo como un trabajo remunerado, idea que pocos creadores de la época compartían. La convicción de Krigstein se plasmó en una historieta de 1955, Master Race, llena de experimentos narrativos y centrada en un tema tremendamente incómodo: los crímenes nazis.
Una aportación importante de E. C. Comics a la historieta, fue la publicación en 1952 de la archiconocida revista satírica MAD, bajo la dirección de Kurtzman, la cual siguió publicándose muchos años después.
LA CENSURA Y EL FIN DE E.C. COMICS
Más allá de que en todos los ámbitos hacen falta regulaciones y controles para evitar abusos y exageraciones, muchos editores habían caído en eso precisamente, e inevitablemente las críticas de algunos sectores de la población no se hicieron esperar.
La época dorada de E. C. Comics, y por extensión del cómic de terror y de crímenes, terminó con uno de los sucesos más negros de la historia del tebeo estadounidense: la aparición del libro The Seduction of the innocent (La seducción del inocente), escrito por el psiquiatra Fredric Wertham en 1954.
El autor concluyó que los comic-book eran extremadamente violentos e inmorales, que hacían apología del consumo de drogas, del crimen y de la homosexualidad y, por tanto, la exposición de los jóvenes a este material era tremendamente negativo para ellos. Wertham culpó al cómic del aumento de la delincuencia juvenil en el país.
El impacto del libro causó que se convocaran una serie de audiencias en el Senado, con la comparecencia de los principales editores de comic-books, obligados a dar explicaciones sobre el contenido y determinar si eran o no perjudiciales para los jóvenes.
La defensa de los editores fue un tanto incierta y así los paranoicos escritos de Wertham consiguieron su objetivo, pues, aunque las pesquisas inquisitoriales no pudieron probar la relación entre el cómic y la delincuencia, se emitieron recomendaciones y regulaciones a los contenidos de las publicaciones. Se creó así un organismo que velaría por el público juvenil y supervisaría durante más de medio siglo, hasta fechas muy recientes, todos los comic-books: la Comics Code Authority. En teoría, no era obligatorio someter las publicaciones a la censura de este organismo, pero en la práctica aquellos tebeos que no lucieran en sus cubiertas el sello con la leyenda «approved by the Comics Code Authority» no podían ser distribuidos a los quioscos.
El código de los cómics prohibía los desnudos, cualquier mención a drogas y sexo o la violencia explícita. El crimen solo se permitía como tema de una historia si los culpables eran castigados. La sangre no podía ser de color rojo, y los muertos vivientes de todo tipo también eran prohibidos tajantemente. Además, los comic-books no podrían llevar las palabras crimen, horror o terror en sus títulos. Todo esto dio al traste con el trabajo de E. C. Comics y casi todas las editoriales se vieron afectadas en mayor o menor medida.
Gaines siempre estuvo convencido de que la Code fue creada expresamente para echarlos del negocio y, fuera verdad o no, así sucedió. En poco tiempo, pese a sus esfuerzos y los de su equipo, E. C. Comics empezó a entrar en decadencia. La revista MAD sobrevivió por una cuestión técnica, pues su formato de magazine le permitió esquivar la censura, sólo aplicable a los comic-books. Actualmente se sigue publicando.
A pesar de todo, los cómics de la E. C. y la reconocida calidad de sus autores, en especial Kurtzman y Krigstein, ejercieron una influencia notable en el cómic underground e independiente de las décadas siguientes y dejarían su sello en el trabajo de muchos futuros dibujantes.
Historia del comic en vídeo y remembranza de algunos comics populares en:
https://www.youtube.com/channel/UC7HzIOe0sWiyMzctKeOoKlg/featured