EL CAMINO DEL LOBO SOLITARIO

El reto de ser un hombre con propósito

Un hombre con propósito es aquel que no desoye el llamado de la voz interna que lo lanza en pos de una misión. Es el tipo de hombre que no se conforma con la vida que tiene. A diferencia del hombre promedio, que por seguridad o por conveniencia se aferra a una forma de vida que no le gusta y no desea, el hombre con propósito no duda en dejar a un lado la comodidad y la seguridad de la manada y no titubea para afrontar el reto, a pesar de saber que deberá renunciar a muchas cosas.

El camino por recorrer será largo y difícil, lo sabe perfectamente, y también que son muy pocos los que se atreven a transitar por él. No obstante, ese tipo de hombre se lanza a la aventura de perseguir sus sueños y sus propósitos sin temer a nada; está buscando de la vida mucho más que una satisfacción momentánea o pasajera y no se conforma con pasarse las horas frente al televisor, buscando popularidad en las redes o jugando videojuegos, por citar algunos ejemplos, mientras el tiempo y la vida pasan.

El hombre con propósito abomina llegar a ser uno más en ese grupo cada vez más grande de las sociedades modernas, integrado por hombres débiles, conformistas y perezosos, que prefieren ser simples espectadores del paso de la vida, antes que sus protagonistas. Por eso no duda en apartarse del multitudinario clan, desoyendo las críticas y las advertencias de quienes se sienten muy cómodos ahí.

El hombre con propósito es un lobo solitario

Es así como al irse adentrando en ese camino poco transitado, más tarde o más temprano el hombre con propósito se vuelve un lobo solitario. La razón es simple: se necesita de valor y coraje a toda prueba para recorrer ese sendero plagado de obstáculos y penalidades, y a veces ni sus más allegados están dispuestos a seguirlo. Muchos hay también que no comprenden el por qué de tan titánico esfuerzo y simplemente se van quedando atrás.

Con todo, el lobo solitario sigue adelante, cada vez más inmerso en la soledad total – sin amigos solidarios, sin una pareja leal, sin un consejero, sin un guía – y, pese a todo, no piensa en detenerse nunca.

Su propósito es claro y su paso firme y seguramente habrá de caer y levantar y fracasar muchas veces antes de ver cercana la meta, pero al lobo solitario nada puede detenerlo y no se rinde jamás; la fuerza de su propósito, de su plan de vida, de su misión, de la llama encendida en su corazón, no cede nunca y lo jala y lo empuja más allá del límite, pese a todas las adversidades.

No es un robot, desde luego, y le dolerá como a cualquiera enfrentar la incomprensión y el rechazo de quienes desearía ver a su lado al ver cumplido su objetivo. Más, aunque llegue hasta ahí arrastrando un divorcio, una renuncia dolorosa y tal vez muchas pérdidas más, no se sentará a lamer sus heridas; sabía que debía pagar un precio y nada de eso lo ha tomado por sorpresa.

El lobo solitario solo se tiene a sí mismo

Pese a que jamás pierde la directriz, como todo ser humano, el lobo solitario atraviesa periodos de incertidumbre, de vacilación y de duda; muchas veces se siente solo, triste, abrumado, lleno de miedo, y no tiene cerca a nadie que le tienda la mano y le brinde apoyo. La soledad en esos momentos se torna angustiosa y desesperante y hace que se agudice en su ánimo la sensación de sentirse poco valorado, incomprendido y desamparado. Y es entonces cuando muchas voces insidiosas aprovechan esos momentos de debilidad para susurrarle al oído «te lo dije»…

Más, aun en esas terribles horas, cuando siente en carne viva el flagelo de la soledad, de la carencia de amor, de la ausencia de amistad y de la falta de compañía de otro ser humano, le basta con volver la mirada hacia adentro de sí mismo para darse cuenta de que no está solo; le acompaña y jamás va a dejarle el ser que ha sido hasta ahí su mayor inspiración: él mismo. Entonces vuelve a reencontrarse con el poder de la voluntad, enfrenta sus demonios y se centra otra vez en su propósito; una vez recobrada la fuerza del impulso vital que lo mueve, simplemente sigue adelante, convencido de que rendirse no es una opción.

La eterna lucha del guerrero incansable

Y al renacer en su corazón la fuerza, la garra y el empuje que lo han lanzado a comerse el mundo él solo, comprende que en los avatares de esa lucha silenciosa y que a veces se le antoja eterna, él es el único responsable de su felicidad y su destino, y también de ganarla finalmente, pues a ella lo ha apostado todo, hasta su vida misma.

Entonces vuelve a echar mano de su fuerza interior y se da cuenta de que dentro de él mismo subsiste el soplo de viento de fuerza necesaria y suficiente para mantener encendida la llama de sus sueños y sus propósitos, y de que nada ni nadie podrá apagar esa llama mientras él no se rinda.

Así es como el lobo solitario se convence de que, como toda estrella, nació para brillar, que es un guerrero imparable y deja de oír las voces ajenas para centrarse en la suya, seguro de que no habrá opinión, envidia o crítica emanada de los grandes rebaños capaces de hacer naufragar el barco de sus ilusiones.

¿Estas tú en ese camino?

Si acaso tú, quien está ahora mismo leyendo estas líneas, has elegido como yo seguir el camino del lobo solitario, te felicito y ¡adelante!… no te rindas nunca y ni por un instante pienses en dar marcha atrás.

El camino parece a veces interminable y muy difícil de seguir, cierto… está lleno de penas, de escollos, de obstáculos que a veces se antoja imposible salvar; tal vez tropieces y caigas más de una vez y más de una vez también te sentirás lastimado, herido y creerás no tener fuerzas para levantarte, más yo te lo aseguro: NO ES ASÍ.

Tu llama interior es más fuerte que todo y va a inyectarte nuevos bríos mientras no cedas a la tentación de rendirte.

RENDIRSE NO ES UNA OPCIÓN. LEVÁNTATE Y SIGUE ADELANTE.

Seguramente la meta se encuentra ahora mismo más cerca de lo que alcanzas a ver y la recompensa a tantas y tantas penalidades está ahí, solamente esperando verte llegar. Un abrazo y manténte firme.

¡Comparte en tus redes sociales!