Alvin Toffler, escritor y sociólogo estadounidense, escribió a principios de los setentas una serie de libros que causaron gran impacto, a pesar de que en esa época el mundo parecía ser el cuerno de la abundancia eterna y pocos pensaban en las pandemias, las hambrunas y las crisis sociales que sobrevendrían años después en diversas regiones del planeta.
Mucho menos se avizoraban en esos tiempos fenómenos que llegaron a adquirir relevancia en las décadas siguientes, algunos de los cuales siguen causando estragos en nuestros días, como el surgimiento del terrorismo a gran escala, el cambio climático, las crisis energéticas y el auge del crimen organizado en países como Colombia y México.

Cuando Mr. Toffler escribió “El shock del futuro” y “La Tercera Ola”, dos de sus obras más destacadas, era difícil imaginar que resultarían proféticas. Entre muchos temas (que en esa época se antojaban meras fantasías), él habló de los matrimonios de prueba, de los divorcios exprés, las uniones entre parejas del mismo sexo y los bebés de probeta, así como de la agudización del ritmo de la vida, el fin de la permanencia y el advenimiento del cambio continuo, sellos característicos de las sociedades modernas.

Señaló también que, a consecuencia del ritmo desenfrenado en que habría de desarrollarse la vida del hombre del futuro, “las personas sufrirían de desorientación, de intolerancia, de una alteración constante de su personalidad y sus valores más íntimos”, lo que llevaría al mundo a caer en un caos colectivo paulatino e inevitable.
A esa sensación de inestabilidad, de agresividad, de descontrol que experimentarían las personas, la llamó “el shock del futuro”. Hizo notar que: “en una y otra ciudad, los seres humanos estarán poco dispuestos a convivir armoniosamente; antes bien, sus motivos de división irán en aumento y serán cada vez más grandes…”
Si consideramos que “El shock del futuro” se publicó allá por 1970 y que el trabajo de investigación para su preparación debió tener lugar varios años antes, es de llamar la atención su carácter visionario, al anticipar por más de medio siglo el curso que tomarían las sociedades de nuestro tiempo.

Desde luego no fue por casualidad que las perspectivas del futuro de Alvin Toffler hayan sido tan acertadas, fue así porque las basó en estudios estadísticos y análisis de tendencias minuciosos y de gran profundidad, demostrando con ello el gran valor del conocimiento.
En ello basan sus predicciones los modernos profetas, aquellos que son capaces de vislumbrar lo que vendrá y nos advierten al respecto; la bola de cristal del Siglo 21 es sin duda alguna la información y el conocimiento, mismos que, como en ninguna otra época de la historia, se hallan disponibles y al alcance de quien desee consultarlos en esta era tecnológica.
Por eso mismo, si los jefes de estado y los políticos de alto rango pueden (seguramente con mayores ventajas que cualquier ciudadano de a pie) aplicar tan poderosas herramientas en la toma de decisiones para la planeación del futuro de sus comunidades y sus naciones, es inaceptable que a algunos los sigan pillando descuidados temas como la generación de energías limpias, el avance de la contaminación, la extinción de las especies y los cíclicos incendios forestales, por citar sólo algunos.

Tal vez es cuestión de que aprendan a desarrollar una mínima visión del futuro, impulsando la gestión del conocimiento y quitándose de la cabeza un momento los índices de popularidad y el discurso barato del aquí y ahora… o de que, simplemente, se pongan a trabajar.